miércoles, 10 de octubre de 2007

Carta de Roger Munier a Franklin Fernández.


Roger Munier. Fotografía de Éric Toulot.

Carta de Roger Munier a Franklin Fernández.


Le Lyaumont, 12 de Junio de 2007.


Querido Amigo

Me he tomado un tiempo para empacar los libros que le envío de los cuales uno solo está dedicado*. Recíbelos juntos (todo lo que allí está disponible) como una presencia mía, real de vuestro lado.

He leído con interés vuestros aforismos. Ellos son los de un vidente devenido en poeta. En Breves:

"La poesía no es de este mundo, pero tampoco es de otro".
"Lo que se desprende con el viento, no es del viento".
En Simples: "EL bien y el mal, en el hombre; como dos bienes, dos males." (Ya incluido en Breves).
"La luz se posa sobre nosotros con cuidado extremo. Y así nos quema, con cuidado extremo”.

Podría citar otros. Joven vidente de acuerdo a la edad, pero de una sorprendente madurez en experiencia de vida y, de aquello que viene más tardíamente, del pensamiento.

A pesar del medio siglo que nos separa, yo lo considero plenamente como de mi familia de espíritu y amo que exista.

Saluda de mi parte a todos vuestros amigos, que son también los míos.

Soy y seré siempre vuestros, a pesar de la distancia.

Afectuosamente para usted.


Roger MUNIER.

* La dedicatoria dice: a Franklin Fernández, alejado lector y cercano amigo, en caluroso homenaje. Traducción de William Guaregua.
Gabriel Jaime Franco, Amparo Osorio,
Franklin Fernández y Gonzalo Marquez Cristo.


Franklin Fernández, Juan Calzadilla y Floriano Martins.
Floriano Martins, Luis Alberto Crespo,
Juan Calzadilla y Franklin Fernández.

Andrea Calzadilla, Juan Calzadilla,
Franklin Fernández y Floriano Martins.



Poética Residual.

Franklin Fernández.

(Inéditos).



Dado que es necesario mirar más, las cosas despiertan en la noche.


“La vista: sentido de exterioridad”. Roger Munier. La ceguera: sentido de interioridad, es decir; de conocimiento.


Las cosas, a ciegas, murmullan entre sí. Y al silencio parece gustarle.



La ceguera es saber, de algún modo es saber. El que no ve, sabe.



Sólo vemos el mundo allí, en la oscuridad del mundo.



Un ciego interroga la noche porque la noche es ciega. Y es más antigua.


Un ciego que vigile la luz y vigile la sombra. Un ciego que vigile a otro ciego.



Sólo hay "paisaje" en el paisaje que se deja ver. Y en última instancia, en el paisaje que se esconde en ti.



Sólo la inminencia de la mirada permite otra mirada.

Lo ciego, para dejarse ver, nos ofrece el sentido de la noche.


Hacemos del mundo un tacto. La mano del ciego es el contacto.



Un ciego pasa. Toca de modo absoluto su realidad. Y yo lo miro, lo palpo desde lejos.


La mano solicita su destino. Mendiga si es necesario.



Las cosas me tocan desde lejos, no desde cerca.



El bastón, en alguna parte, toca el fondo de la noche. Y el ciego apoya allí sus pensamientos.


La mano toca, palpa, acaricia… No trata de obstruirse.


Es importante escuchar el mensaje entre la vista y el tacto.


El ciego deshace el lugar. Pero las cosas continúan allí.


Ninguna cosa es visible. Aquello que se muestra, sencillamente no es.



¿Por qué temes a la muerte, por qué le temes? ¿Por qué le temes a aquello que está muerto en ti?



Todo aullido es un canto. Quizá un llanto, quizá un gemido. Ese gemido tiene el tono del hombre.



Esta tarde hablo solo. Hablo sólo de mí, conmigo. Hablo con él como si fuera otro. Como si fuera alguien más, como si fuera alguien, como si fuera…



El hombre que va, ya no es el mismo que viene. Ya no es el mismo cuando regresa. Cuanto ha venido de él, se ha ido en él…



¿Qué me habita? ¿Qué es aquello que me habita que no me responde, qué no me llama?


El tacto es necesario. Sí, hasta para los guantes.


El agua se moja en las rocas. No son las rocas las que se mojan en el agua.



La lluvia canta. Se moja y canta.



La lluvia cae como el cristal más puro, como la piel más dura en transparencia de agua...



Escribo para saber quién soy. Para saber quién es ese alguien que habita en mí. Para saber quién es ese alguien que no conozco.

Con Tarek William Saab. Entrega del reconocimiento
José Antonio Anzoátegui en su segunda clase.

Con el poeta Ramón Palomares.

Con el escultor Valentin Malaver y el pintor Eduardo Latouche.

Con la artista Gladis Meneses.

Con el pintor Régulo Martinez.

Con Manuel Espinoza. Taller del artista en Clarines, 2007.

Con Leonardo Tezara. Red de arte de San Felipe.

En la antigua Iglesia de Clarines.
Con Domingo Escalona en su taller.

Con el poeta Juan Calzadilla en Valencia.

Con el poeta Gustavo Pereira.
Con el poeta Armando Rojas Guardia.


Con Wilmer y Saul en el Cerro El Morro de Puerto La Cruz.

Con el poeta William Guaregua y el pintor Luis Méndez.

La Imagen Doble. Editorial "El Perro y la Rana", 2006.